por él han sido enriquecidos en todo

1 Corintios 1,5.

Vino un vaquero a comentarle a su patrón que una víbora cascabel había mordido a uno de los empleados. Rápidamente el administrador preguntó al vaquero si le había colocado la inyección de suero antiofídico que tenía en el depósito, él respondió que no lo había hecho pero que había entregado la cajita con el antídoto al que fue mordido por la serpiente, pues él no sabía inyectar. 

El administrador pidió que lo acompañara a ver al trabajador, cuando llegaron al hospital, preguntaron por la persona que había sufrido la mordedura de la serpiente, vino el médico que lo atendió a decirnos que esta persona había fallecido, pero lo que él no podía comprender cómo esta persona llegó al hospital con el suero antiofídico en la mano. 

Preguntó al hombre que había sido la vicia de la Cascabel  ¿Por qué no te pusiste el suero antiofídico? a lo cual el trabajador ya temblando y con la respiración irregular y el corazón acelerado debido al veneno de la serpiente, le respondió “que no sabia ponerlo”. El médico le respondió pero ahí en la cajita están las recomendaciones de cómo usarlo, y el trabajador que no se dio el lujo de leerlo luego falleció. Teniendo la vida en sus manos no la usó. 

Cuántas veces simplemente ignoramos u olvidamos que tenemos a nuestro alcance el perfecto antídoto para dar vida a lo que se cree perdido, no permitas que el “veneno” se extienda en tu vida. No eches en saco roto la vida de cristo, que se entregó por todos. 

Y tú…

 ¿Cómo cuidas tu vida del «veneno»?

Pídeselo a Dios…

“Dios nuestro,

 danos la valentía 

para tomar en nuestras manos 

la vida que nos regalas”.

Amén.

CCLXXXVII
Dirección de Pastoral

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