
La Felicidad
13-Marzo-2019
“¿Dónde puedo encontrarla?”
“Buscamos la felicidad. Pero sin saber dónde, como los borrachos su casa, sabiendo que tienen una” (Voltaire).
En el principio de los tiempos, se reunieron varios demonios para hacer una travesura. Uno de ellos dijo: “Debemos quitarles algo a los hombres, pero, ¿qué les quitamos?”.
Después de mucho pensar uno dijo: “¡Ya sé!, vamos a quitarles la felicidad, pero el problema va a ser dónde esconderla para que no la puedan encontrar”. El primero propuso: “Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo”, a lo que inmediatamente repuso otro: “no, recuerda que tienen fuerza, alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está”.
Luego propuso otro: “Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar”, y otro contestó: “No, recuerda que tienen curiosidad, alguna vez alguien construirá algún aparato para poder bajar y entonces la encontrará”.
El último de ellos era un demonio que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás. Analizó cada una de ellas y entonces dijo: “Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren”. Todos se volvieron hacia él asombrados y preguntaron al mismo tiempo: “¿Dónde?”. El demonio respondió: “La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán”.
Todos estuvieron de acuerdo y desde entonces ha sido así: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo.
Y tú…
¿Cómo has encontrado la felicidad en tu vida?
Pídeselo a Dios…
“Dios nuestro, ayúdanos a descubrir que la felicidad se encuentra en nuestro corazón”

Santa Luisa de Marillac
6- Marzo -2019
Carta a Sor Bárbara
Cuidad mucho de los pobres. Estad bien unidas entre vosotros y rezad con insistencia a la Santìsima Virgen
Apreciada Hermana: Estoy muy preocupada por la enfermedad de nuestra querida hermana, a quien de todo mi corazón saludo muchas veces a los pies de Jesucristo, exhortándola por su santo amor a que no se deje dominar del tedio, y a que en sí misma vea cuánta necesidad tienen nuestros señores los pobres enfermos de asistencia, de cordialidad y mansedumbre. Este es el estadio en que mejor pueden manifestar su fidelidad en amar la santísima voluntad de Dios.
Y en cuanto a usted, muy amada Hermana (Sor Bárbara), aunque no dudo de que la atendéis con todo cuidado, sin embargo, os ruego que cuanto antes llaméis un médico, sin descuidar por esto a los enfermos de la parroquia. No dejéis, pues, de visitarlos, y os lo ruego muy encarecidamente, pues aunque ya los atienden con mucha solicitud y cariño a los pobres, será, no obstante, muy bien visto que os ocupéis de ellos de un modo particular.
Con la esperanza de que Nuestro Señor bendecirá vuestros cuidados, le suplico que les dé mucha fortaleza y valor para vencer las pequeñas dificultades que habréis de encontrar, quedo en su santo amor, vuestra humilde hermana y servidora.
LUISA DE MARILLAC
P.D. Si os hace falta otra Hermana, os ruego me lo digáis.
Y tú…
¿Cómo promueves el amor y el ánimo al enfermo?
Pídeselo a Dios…
«Dios nuestro, que seamos un gesto de amor en la enfermedad delpròjimo y concèdemos siempre la salud»
Amén