La luz que no puedes ver ¿Sabes ser un buen compañer@?

«Sé que hace frío, pero estoy aquí a tu lado, ¿Lo ves?”. – Anthony Doerr

Un médico psicólogo recibió a un paciente adolescente, que desde hacia un año que no pronunciaba palabra alguna, estaba internado en un orfanato. Cuando era pequeño su padre murió, luego su abuelo y tres meses después su madre en un trágico accidente.


Llegaba solo al consultorio y se sentaba mirando las paredes, sin hablar estaba pálido y nervioso. El médico no podía hacerlo hablar, comprendió que el dolor era tan grande que le impedía expresarse y lo que él le dijera no serviría de mucho. Optó por sentarse y observarlo en silencio, acompañando su dolor.


Después de la segunda consulta, cuando él se retiraba el doctor le puso la mano en el
hombro y le dijo: “Ven la próxima semana si gustas…duele ¿verdad?”; él muchacho no se sobresaltó ni nada.


Cuando volvió a su consulta, el doctor lo esperaba con un juego de ajedrez, él no
hablaba; así pasaron varios meses, pero notaba que él ya no parecía nervioso ni pálido,
mientras él pensaba en lo poco que sabemos del proceso de curación, el muchacho levantó la vista y empezó a hablar y desde entonces comenzó una nueva vida, su vida.


El médico aprendió que el tiempo hace posible lo que parece dolorosamente
insuperable, estar presente cuando alguien lo necesita. Basta un abrazo, un hombro para llorar, una caricia… un corazón que escuche.

Y tú…

¿Cómo das acompañamiento cuando ves a alguien triste?

Pídeselo a Dios…

“Dios nuestro,

que al mirar a alguien triste

sepamos acompañar a la persona

con nuestro corazón.

Amén.

CCXCIII
Dirección de Pastoral

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