«La compasión es la limosna de los pobres de espíritu”. – Maksímovich Peshkov
En los días en que un helado costaba mucho menos, un niño de diez años entró en un
establecimiento y se sentó a la mesa. La camarera puso un vaso de agua en frente de él. ¿Cuánto cuesta un helado de chocolate con cacahuates?, preguntó el niño.
Cincuenta centavos, respondió la camarera. El niño metió la mano en su bolsillo y
examinó sus monedas. ¿Y cuánto cuesta un helado solo?, volvió a preguntar.
Algunas personas estaban esperando por una mesa y la camarera estaba un poco
impaciente. “Treinta y cinco centavos”, dijo ella bruscamente. El niño volvió a contar las
monedas. “Quiero el helado solo”, dijo el niño. La mesera le trajo el helado, puso la cuenta sobre la mesa y se fue.
El niño terminó su helado, pagó en la caja y se fue. Cuando la camarera volvió, empezó
a limpiar la mesa y entonces le costó tragar saliva con lo que vio. Allí puesto ordenadamente junto al plato vacío, había quince centavos. Su propina.
Lo que nos hace verdaderamente humanos no es la fuerza, el poder o la violencia, sino
la capacidad de comprensión y ternura, que tanto necesitamos en las relaciones con los demás.
Y tú…
¿Demuestras bondad ante una persona inquieta? ¿Por qué?
Pídeselo a Dios…
“Dios nuestro,
te damos gracias por la vida,
y te pedimos
infundas en nuestras vidas
comprensión para compartir”.
Amén.