«La distancia de lo posible a lo imposible, es la medida de la voluntad del hombre”. – Proverbio Chino
Apenas tenía ocho años cuando Brenda Osnaya, decidió qué iba a ser de grande: una atleta olímpica. De hecho, se fue posicionando como una gran promesa del deporte en México. Y aunque un giro lo cambió todo, no movió su intención de convertirse en una campeona.
Desde muy pequeña, su padre la impulsó hacia el deporte, una práctica que ella considera útil para ayudar a enfrentar la vida y un formador de valores como puntualidad, disciplina, respeto, compañerismo y trabajo en equipo.
Fue ganando competencias hasta convertirse en un referente. Pero camino a un torneo selectivo, la camioneta en la que viajaba junto a tres compañeros deportistas y dos entrenadores sufrió un accidente cuando el chofer se quedó dormido. Y justo ahí, en su mejor momento profesional, la joven tuvo una lesión medular completa que la dejó sin sensibilidad en sus extremidades inferiores y, por ende, en silla de ruedas.
Su padre fue uno de sus grandes apoyos pues permaneció a su lado siempre, ayudándola en cada terapia y rehabilitación. Y luego del trago amargo, se planteó a sí misma una filosofía de vida: “Que sea difícil no significa que sea imposible, que sea imposible no significa que voy a rendirme”. Así, logró convertirse en una de las figuras más destacadas de la natación paraolímpica. Actualmente es conferencista, activista por los derechos a la inclusión de mujeres con discapacidad y tricampeona del mundo en paratriatlón (combinación entre natación, ciclismo y atletismo adaptado).
Y tú…
¿Qué piensas de la filosofía de vida de Brenda?, ¿Por qué?
Pídeselo a Dios…
“Dios nuestro,
gracias por la vida,
ayúdanos a vencer
todas nuestras dificultades”.
Amén.