“Dios contigo”.
Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte: —Me estoy fabricando un precioso anillo y quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa en el anillo-.
El rey tenía un anciano sirviente que lo trataba como si fuera de la familia. Un día el anciano le dijo: —No soy un sabio, ni un académico, pero conozco el mensaje, –el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey-. Pero no lo leas –le dijo- mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando estés en una situación inevitable.
Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Huía en su caballo para salvar la vida, de repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso, simplemente decía: «DIOS ESTÁ CONMIGO». Mientras leía «Dios está conmigo» sintió un gran silencio. Los enemigos que le perseguían se perdieron; dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino.
El día que entraba, de nuevo victorioso, el anciano le dijo -vuelve a mirar el mensaje, pues no es sólo para cuando estés en peligro; también es para cuando te sientas victorioso, recuerda que todo pasa; como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza, acéptalos, porque ahí puedes encontrar a Dios.
Y tú…
¿Qué palabras te animan en los momentos difíciles?
Pídeselo a Dios…
“Diosnuestro,
que las palabras de amor
que nos animan en las alegrías
y en las tristezas
nos recuerden también
que tú siempre estás con nosotros”.
Amén.