“Aléjese del mal y haga el bien,
busque la paz y sígala”.
Cierto día un joven estudiante y uno de sus profesores caminaban por un parque. En el
trayecto, vieron un par de zapatos en el césped. Razonaron que pertenecían a uno de
los obreros de una industria cercana.
—¡Vamos a hacerle una broma al dueño de esos zapatos! —sugirió el joven—. Los
esconderemos y veremos cómo reacciona cuando venga a buscarlos.
—No me parece una buena idea —dijo el profesor—. Te propongo algo mejor.
El rostro del joven expresó interés. ¿Qué podía tener en mente el profesor?
—Tú tienes recursos que él necesita. ¿Qué tal si colocas una moneda de valor en cada
uno de sus zapatos? Luego nos esconderemos para ver cómo reacciona.
Así se hizo, y los dos hombres se escondieron. Entonces apareció el dueño del par de
zapatos. El hombre se puso uno de los zapatos. Al sentir un objeto que le molestaba, se
lo quitó, sacudió el calzado y vio caer un objeto. ¡Era una moneda! Miró alrededor por si
había alguien, pero al no ver a nadie, se puso el otro zapato. De nuevo sintió algo duro.
¡Otra moneda! De inmediato, el hombre dio gracias a Dios.
En voz audible agradeció porque ese dinero serviría para alimentar a su familia en un
momento difícil por el que estaban pasando. Mientras tanto, detrás de los arbustos, un
jovencito aprendía que es mejor hacer el bien que hacer el mal.
Y tú…
¿Cómo sabes que has hecho un acto de
bondad?
Pídeselo a Dios…
“Dios nuestro,
que no deseemos el mal a nadie,
ayúdanos a buscar el bien
y hacer el bien”.
Amén.
CCLIV
Dirección de Pastoral